Ha muerto Pedro Penzini Fleury, farmaceuta y destacado locutor radiofónico. Mentiría si dijese que fui un admirador o fiel oyente suyo. Sin embargo, tiene ganado un lugar especial en mi memoria por una tertulia que compartía con Marta Colomina, de la que fui aficionado escucha mientras duró. Acá unas líneas sobre ese programa a manera de homenaje.
Brille para él la luz perpetua y descanse en paz. Amén.
Brille para él la luz perpetua y descanse en paz. Amén.
PPF: “Honda, the power of dreams, presenta esta conversación entre Marta Colomina”
MC: “Y Pedro Penzini, buenas noches Pedro”.
Han pasado ya algunos años desde que se emitió la última tertulia, pero las recuerdo como si fueran ayer. 7:30 PM, Éxitos 99.9 FM, luego de despedir a sus 18 patrocinantes, Pedro Penzini Fleury, con su cuidadosa e impecable pronunciación del inglés, leía el slogan de Honda y arrancaba la tertulia. Espacio memorable donde los hubiera, marcó pauta en la radio y se convirtió, por lo menos para mí, en el mejor programa de aquellos días duros.
Marta y Pedro formaron una improbable y extraordinaria dupla radiofónica. Ambos eran totalmente distintos. Él calmado, ella apasionada. Él con voz de locutor, ella con voz hmmm diferente. Él moderado y conciliador, ella defensora irrestricta de sus ideas y pensamientos. Él light, ella sal y pimienta. Dos estilos opuestos de hacer radio, dos maneras distintas de asumir el periodismo, dos personalidades dispares que gracias a los azarosos vientos del destino se juntaron un día y formaron dinamita.
Los inicios de la tertulia, contó Pedro Penzini alguna vez a la revista Producto, fueron mera casualidad, ya que al terminar su programa a Marta le tocaba leer los titulares del noticiero en ese estudio. Siempre precavida, la Colomina llegaba con varios minutos de antelación durante los cuáles se ponía a comentar con Pedro la actualidad del día. Y así, de la informalidad de la conversación cotidiana, nació el espacio. Honda, con un ojo avizor envidiable, decidió patrocinarlos y se hizo la magia.
No sé si el fanatismo altera el recuerdo, pero tengo la impresión de que buena parte del país se paralizaba a esa hora para escucharlos. El espacio, al menos, fue calificado por Producto como “uno de los más sintonizados de la radio” y sin duda de los más comentados. Como en los deportes, había rivalidades: los que apoyaban a Marta y los que apoyaban a Pedro.
La tertulia era Marta en su más pura esencia. Ella misma decía que cuando la hacía no hablaba la Marta Colomina periodista, sino la Marta Colomina ciudadana y que por eso mismo durante los minutos que duraba el programa se permitía una serie de cosas que en los otros no. Sus siempre ácidos comentarios se volvían limón puro en el espacio, y sus constantes críticas, al igual que su voz, subían de tono. Pero eso sí, siempre apelando al dato certero, a la información veraz y basándose en hechos reales; de allí que en la larguísima trayectoria recorrida por el programa la única vez que las palabras abogados, tribunales o demanda se escucharon fue en el 2002 por un asunto de un apartamento del entonces presidente de la AN, William Lara, el cual no tengo idea de cómo terminó.
Lo que la gente más suele recordar eran las peleas entre ambos. Marta se apasionaba como ella sola sabe hacerlo y cuando Pedro, un caballero en todo momento, trataba de contradecirla ardía Troya. Los “¡Pero, Pedro!” y “¡Por Dios, Pedro!” se escuchaban casi con frecuencia de muletilla mientras él trataba de arreglar y calmar la cosa. Tan tranquilo era que la única vez que le alzó la voz y se le puso duro fue noticia y en NoticieroDigital apareció un titular que si la memoria no me traiciona, y vaya si lo hace, decía: “¡Se arrechó Pedro!”. Lamentablemente no recuerdo exactamente por qué fue, sólo sé, y no sé por qué, que fue el mismo día en que Nicolás Maduro fue nombrado Canciller.
Si de recordar se trata, recuerdo todo lo que Pedro sufría para poder terminar la conversación a las 7:45 PM, cosa que muy pocas veces lograba. A eso de las 7:42 PM ya comenzaba a decirle a Marta que había que ir concluyendo, y ella “sí, Pedro” y seguía con otra información. Y así pasaban los minutos. Uno sentía la tensión de Pedro tratando de encontrar algún silencio de Colomina para poder colarse y despedir, y la de ella tratando de hablar rápido y sin pausa para que no la interrumpieran. Y cuando por fin lo lograba: “Marta, ya nos tenemos que ir”, ella: “Un segundito, Pedro, que esto del CNE es importante”, “Pero Marta”, “Ya voy, Pedro”, elevando la voz: “No, Marta, que hay que irnos”, “Bueno, pero se me quedó mucho material importante, que habrá que leer mañana”, “Así será. Y cuando son las 7:49 PM nos despedimos”. Tanto dio el agua al cántaro hasta que lo reventó y la tertulia se extendió, ahora sí oficialmente, hasta las 7:50 PM, lo que por supuesto no impidió que más de una vez se saliera de hora.
La única nota discordante fue el final del programa, que no le hizo honor a su notable trayectoria. Las presiones y la “ley mordaza” lograron su efecto y vino la “moderación mediática” que Colomina profetizó en su mensaje de despedida de Televen. El programa fue movido para el mediodía y no volvió a ser lo que era. No sé cómo explicarlo pero la magia de las 7:30 PM se perdió. Y así hasta que un día hubo una desavenencia entre ellos en vivo y directo, ella abandonó el programa y de esa manera terminó un espacio memorable que comenzó como una tertulia improvisada y terminó siendo una leyenda de la radio.
MC: “Y Pedro Penzini, buenas noches Pedro”.
Han pasado ya algunos años desde que se emitió la última tertulia, pero las recuerdo como si fueran ayer. 7:30 PM, Éxitos 99.9 FM, luego de despedir a sus 18 patrocinantes, Pedro Penzini Fleury, con su cuidadosa e impecable pronunciación del inglés, leía el slogan de Honda y arrancaba la tertulia. Espacio memorable donde los hubiera, marcó pauta en la radio y se convirtió, por lo menos para mí, en el mejor programa de aquellos días duros.
Marta y Pedro formaron una improbable y extraordinaria dupla radiofónica. Ambos eran totalmente distintos. Él calmado, ella apasionada. Él con voz de locutor, ella con voz hmmm diferente. Él moderado y conciliador, ella defensora irrestricta de sus ideas y pensamientos. Él light, ella sal y pimienta. Dos estilos opuestos de hacer radio, dos maneras distintas de asumir el periodismo, dos personalidades dispares que gracias a los azarosos vientos del destino se juntaron un día y formaron dinamita.
Los inicios de la tertulia, contó Pedro Penzini alguna vez a la revista Producto, fueron mera casualidad, ya que al terminar su programa a Marta le tocaba leer los titulares del noticiero en ese estudio. Siempre precavida, la Colomina llegaba con varios minutos de antelación durante los cuáles se ponía a comentar con Pedro la actualidad del día. Y así, de la informalidad de la conversación cotidiana, nació el espacio. Honda, con un ojo avizor envidiable, decidió patrocinarlos y se hizo la magia.
No sé si el fanatismo altera el recuerdo, pero tengo la impresión de que buena parte del país se paralizaba a esa hora para escucharlos. El espacio, al menos, fue calificado por Producto como “uno de los más sintonizados de la radio” y sin duda de los más comentados. Como en los deportes, había rivalidades: los que apoyaban a Marta y los que apoyaban a Pedro.
La tertulia era Marta en su más pura esencia. Ella misma decía que cuando la hacía no hablaba la Marta Colomina periodista, sino la Marta Colomina ciudadana y que por eso mismo durante los minutos que duraba el programa se permitía una serie de cosas que en los otros no. Sus siempre ácidos comentarios se volvían limón puro en el espacio, y sus constantes críticas, al igual que su voz, subían de tono. Pero eso sí, siempre apelando al dato certero, a la información veraz y basándose en hechos reales; de allí que en la larguísima trayectoria recorrida por el programa la única vez que las palabras abogados, tribunales o demanda se escucharon fue en el 2002 por un asunto de un apartamento del entonces presidente de la AN, William Lara, el cual no tengo idea de cómo terminó.
Lo que la gente más suele recordar eran las peleas entre ambos. Marta se apasionaba como ella sola sabe hacerlo y cuando Pedro, un caballero en todo momento, trataba de contradecirla ardía Troya. Los “¡Pero, Pedro!” y “¡Por Dios, Pedro!” se escuchaban casi con frecuencia de muletilla mientras él trataba de arreglar y calmar la cosa. Tan tranquilo era que la única vez que le alzó la voz y se le puso duro fue noticia y en NoticieroDigital apareció un titular que si la memoria no me traiciona, y vaya si lo hace, decía: “¡Se arrechó Pedro!”. Lamentablemente no recuerdo exactamente por qué fue, sólo sé, y no sé por qué, que fue el mismo día en que Nicolás Maduro fue nombrado Canciller.
Si de recordar se trata, recuerdo todo lo que Pedro sufría para poder terminar la conversación a las 7:45 PM, cosa que muy pocas veces lograba. A eso de las 7:42 PM ya comenzaba a decirle a Marta que había que ir concluyendo, y ella “sí, Pedro” y seguía con otra información. Y así pasaban los minutos. Uno sentía la tensión de Pedro tratando de encontrar algún silencio de Colomina para poder colarse y despedir, y la de ella tratando de hablar rápido y sin pausa para que no la interrumpieran. Y cuando por fin lo lograba: “Marta, ya nos tenemos que ir”, ella: “Un segundito, Pedro, que esto del CNE es importante”, “Pero Marta”, “Ya voy, Pedro”, elevando la voz: “No, Marta, que hay que irnos”, “Bueno, pero se me quedó mucho material importante, que habrá que leer mañana”, “Así será. Y cuando son las 7:49 PM nos despedimos”. Tanto dio el agua al cántaro hasta que lo reventó y la tertulia se extendió, ahora sí oficialmente, hasta las 7:50 PM, lo que por supuesto no impidió que más de una vez se saliera de hora.
La única nota discordante fue el final del programa, que no le hizo honor a su notable trayectoria. Las presiones y la “ley mordaza” lograron su efecto y vino la “moderación mediática” que Colomina profetizó en su mensaje de despedida de Televen. El programa fue movido para el mediodía y no volvió a ser lo que era. No sé cómo explicarlo pero la magia de las 7:30 PM se perdió. Y así hasta que un día hubo una desavenencia entre ellos en vivo y directo, ella abandonó el programa y de esa manera terminó un espacio memorable que comenzó como una tertulia improvisada y terminó siendo una leyenda de la radio.