martes, 2 de octubre de 2012

Entrevista imaginaria a Roger Maris

El 9 de los Yankees rompió anoche el record de Ruth
Roger Maris: sólo pido respeto

En un franco diálogo el jardinero habla de lo que ha sido esta temporada, su amistad con Mantle, la decisión del Comisionado, las reacciones de los aficionados, entre otras cosas


Ezequiel Abdala

Roger Maris se ha dado una ducha y está sentado  frente a su casillero. Es la única persona que queda en el vestuario de los Yankees. Fuma pausadamente, en pose reflexiva, con ambos codos sobre las rodillas y el cigarrillo en la mano izquierda. Quien así lo viera no sospecharía ni remotamente que una hora antes había ingresado por la puerta grande en la historia del béisbol al conectar su jonrón número 61 y destronar así a Babe Ruth.

George Herman Ruth, 'El Bambino', Babe, es omnipresente en el Yankee Stadium. Está en todas partes. No en balde al monumental estadio de los Yankees lo conocen como 'la casa que Ruth construyó'. Allí revolucionó para siempre el juego. Allí dio buena parte de sus 714 jonrones. Allí impuso el record que Roger Maris acaba de romper.

'El record más querido de Babe', así lo calificó su viuda hace días para echarle más leña a la hoguera en la que prensa, autoridades y fanáticos han puesto a arder al 9 de los Yankees. Los tabloides se han dedicado, un día sí y otro también, a publicar comparaciones entre Maris y Ruth, entre Maris y Mantle, entre Maris y cualquiera que lo deje mal parado. El comisionado Ford Frick, por adelantado, ha ordenado ponerle un asterisco al record. Y los fanáticos han mostrado su descontento con una antipática y lacerante indiferencia que se tradujo en un Yankee Stadium semi vacío –sólo 23.000 puestos ocupados de los 50.000 disponibles– en el juego de hoy.

No le perdonan que sea él, el muchacho tranquilo venido de los campos de Dakota del Norte, y no Mickey Mantle, el carismático, cosmopolita y querido Mickey Mantle, quien rompa el record del ídolo Yankee por excelencia. No le perdonan su introversión y su timidez. No le perdonan el  acento con resabios campesinos. No le perdonan su falta de don. No le perdonan, en definitiva, que sea del tipo de persona que en el que quizás sea el día más importante de su carrera, en lugar de estar celebrando a lo grande, como solo se celebra en Nueva York, esté sentado solo en un dogout, meditando con el humo.

Al yo entrar, Maris me mira con desconfianza. Sus ojos azules me escrutan con precisión y reticencia. El semblante se torna adusto. Lo amarillo del cabello ayuda a disimular algunos claros que confirman lo comentado en las columnas de prensa: lo ha estado perdiendo a raudales. Tras unos largos segundos de tenso silencio, finalmente cede. “No más de 20 minutos”, dice.

 -Acabas de romper un record que llevaba vigente 34 años. ¿Qué se siente ser el nuevo dueño de la marca de más jonrones en una temporada?
-¿La verdad? Nada. Sigo siendo exactamente el mismo que llegó acá en la mañana.

-Ruth dio sus 60 jonrones en 154 partidos, tú estás dando el 61 en el juego 162 y por orden del Comisionado Frick le pondrán un asterisco a la marca. ¿Qué tienes que decir al respeto?
- Una temporada es una temporada. Me parece ridículo. Pero en realidad no me importa, qué hagan lo que quieran.

-Cuando en el 29 Ruth rompió el record de jonrones de Williamson, lo hizo en 154 juegos y no en 113 como él, y nadie habló de asteriscos…
-…y eso estuvo bien. ¿Por qué habrían de ponerle un asterisco? Es que no tiene sentido.

-Sin embargo  a ti…
-…a mí es diferente. Yo no me llamo Babe Ruth.

-¿Qué quieres decir?
-¿Es que acaso no es evidente?

-¿Qué cosa?
-Oh, man. No te hagas, vamos.

-¿Hablas de favoritismo hacia Ruth?
-No. Favoritismo no. Con él se hizo justicia. Lo rompió y se lo dieron. Pero ahora yo lo rompo y me lo niegan. Le ponen un asterisco. Lo rebajan.

-Rogers Hornsby salió de su retiro para decir que tú “no tienes derecho a romper el record de Ruth”
-Sí. Ahí está. “No tengo el derecho”. Es increíble, vamos.

-¿Por qué crees que dicen eso?
-Porque Ruth es el jefe. Fue el más grande. Y todos piensan que no estoy a su altura.  Solo soy un necio campesino de Dakota del Norte. Así me dijeron el otro día.

-¿Quién te lo dijo?
-Yo que sé. Alguien en la tribuna.

-La fanaticada ha sido bastante dura contigo…
-No entiendo. Yo…yo sólo cumplo con mi deber. Trabajo duro, entreno, hago todo porque el equipo gane. Y me odian.

-Quizás si te llamaras Mickey Mantle…
-Hey, no. Sé por donde vienes: Mickey es un gran tipo. Es mi hermano. Vivimos juntos en Queens.

-Pero en los tabloides han dicho que están enemistados
-Basura. Todo eso es basura. Mickey llamó esta mañana para desearme suerte. Quería que rompiera el record.

-Se dijo que entre ustedes existía una gran tensión cuando ambos estaban a la caza del record
-¡Diablos! Si fue cuando más nos divertimos. La época del M&M y todo eso. Mickey, ya lo digo, es un tipazo. No  me pelearía nunca con él.

-¿Te ayudó tenerlo bateando detrás de ti?
-Sí, supongo.

-¿Le quita eso mérito a tus jonrones?
-No veo por qué.

-Un columnista insinuó que la tuviste más fácil que otros…
-Oh, Dios. ¿Entonces tuvo menos mérito a Gherig por batear antes que Ruth? Es absurdo.

-Hablemos de ese último turno en Baltimore, en el juego 154 cuando estabas a un jonrón de empatar a Ruth sin asterisco
-¿Qué quieres que te diga?

-Tu opinión sobre que metieran a relevar a Hoyt Wilhelm cuando él nunca lanza con el marcador en contra
-¿Qué puedo opinar? Decisión del mánager Richards

-Pero el propio Withey Herzog, de los Orioles, dijo que no fue justo. “El juego ya estaba prácticamente terminado, no había razón para usarlo” fueron sus palabras
-Herzog es una gran persona. Jugamos juntos en Kansas City y respeto su opinión, pero es solo eso: su opinión

-¿La compartes?
-Ehh. Mira, yo lo vi como una lucha: la mía por romperlo, la de ellos por evitar que lo rompiera. Que usaran su mejor arma para detenerme me parece bien. Eso es todo.

-De Wilhelm le dijiste a Life que era “último hombre que quisieras ver en el mundo”, ahora dices que era la mejor arma para detenerte, ¿qué tiene el nudillista de los Orioles para inspirarte tanto respeto?
-¿Lo has visto lanzar? Esa bola de nudillos es imposible de batear. Se mueve para todas partes. Es sencillamente demoledora.

-Hablemos del juego de hoy. Tracy Stallar te dominó en el 1er inning, pero luego en el 4to la sacaste del parque. ¿Cuál fue la clave del jonrón?
-Ehh…Él estaba por debajo en la cuenta, me lanzó la recta y aproveché.

-¿Qué sentiste?
-Satisfacción.

-Sin embargo, corriste las bases sin mucha emoción, con la cabeza baja incluso
-Siempre las corro igual.

-Pero este jonrón no era igual a los anteriores
-No, claro. Pero no soy de andar emocionándome.

-Tus compañeros te tuvieron que sacar casi a la fuerza del dogout para que recibieras los aplausos…
-En verdad no me los esperaba

-Y sin embargo incluso te aplaudieron de pie
-Sí, algunos, ¿pero cuántos había? Ni cuando jugaba con los Atléticos de Kansas he visto tan vacío el estadio.

-¿Te afectó eso?
-Sí. No…ehh…quiero decir: ojalá todo fuera distinto. No que me quieran. No. Eso no me hace falta. Pero que me respeten. Al menos eso. Creo que me lo he ganado, ¿no?

Roger Maris aplasta el tercer cigarrillo contra el cenicero, se para intempestivamente, se acerca al casillero y de ese modo da por terminada la entrevista. Revisa algunas cosas y se ausenta.

Me despido, se voltea y me da la mano. “Buena suerte”, le digo. “La necesitaré”, responde. Salgo del dogout y echo una última mirada a la curiosa escena: solo, en medio de los sótanos de la casa construida por Ruth, está el hombre que acaba de romper el record más codiciado del beisbol. Así, sin más. Como uno del montón.

jueves, 26 de enero de 2012

Miguel Cabrera se rencuentra con la esquina caliente


De aquellos polvos, estos lodos. La lesión de Víctor Martínez trajo consigo la contratación de Prince Fielder para los Tigres de Detroit y con ella vino la ida de Miguel Cabrera de primera a la tercera base. “Quería volver a la antesala”, le confesó el slugger al diario Líder. “Esa es mi posición de toda la vida. Desde carajito”.

Sin embargo, fue el shortstop su posición inicial en las divisiones menores de los Marlins de Florida. Corría el año 2001, el slugger era conocido como José Miguel y compartía el uniforme de los Kane County Cougars con Adrián González. Fue Ozzie Guillén, a la sazón mánager asistente de Florida, quien en la siguiente temporada lo movió del short a tercera. Ahí debutó en Grandes Ligas en el 2003 y ahí se mantuvo regularmente durante cinco temporadas, hasta que en el 2008 los Tigres decidieron convertirlo en inicialista.

Ahora le toca regresar a sus raíces. ¿Tiene, como Gardel, miedo del encuentro con el pasado que vuelve? Dice que no. Sin embargo, readaptarse a la tercera implica todo un reto, y él lo sabe. “Tengo que estar listo para eso”, le dijo a Líder. Para eso, para las críticas y para las voces agoreras, que desde ya han comenzado a aparecer.

“¿Puede Cabrera jugar en tercera? Yo personalmente tengo serias dudas al respecto. Él tiene un porcentaje de fildeo de .951 jugando en esa posición, y ahí cometió 48 errores en 387 juegos.”, afirmó Steve Phillip, ex gerente de los Mets de Nueva York, al Detroit Free Press.

Su peso vuelve nuevamente a estar en el punto de mira. “Debe perder un poco si quiere ser más ágil”, dijo el exgrandeliga Harold Reynold. “Él es bueno en primera, pero para jugar en otra posición del infield debe estar en mejores condiciones físicas (…) Pienso que terminará en el left field”, vaticinó el ex segunda base, ganador de tres Guantes de Oro.

Si de vaticinios se trata, Phillip, quien fuera analista de ESPN, no se queda atrás: “Lo más complicado para él serán los toques de bola. Ellos implican agacharse, fildear a mano limpia y lanzar desbalanceado a primera. Los equipos lo retarán tocando la bola cada vez que él esté jugando tercera”.

Pero no todo son malos augurios. Una gran luz ilumina el túnel e invita a soñar con un esplendoroso futuro ofensivo. La combinación Cabrera-Fielder, como tercero y cuarto bate, respectivamente, ya se proyecta como una de las más temibles –si no la más temible- del beisbol de nuestros días.

Uno derecho, el otro zurdo, ambos bateadores de altísimo poder. Cabrera, la temporada pasada: AVG: .344, OBP .448, SLG .586. Fielder, también la temporada pasada: .299, OBP .415, SLG .556. El dúo dinámico, los llama ya, sin mucha imaginación, la prensa de la ciudad de los motores

Ni Robinson Canó y Alex Rodríguez, ni Car-Go y Tulowitzki, ni John Hamilton y Michael Young, ni Lance Berkman y Matt Holliday, no hay actualmente en el beisbol dupla más ofensiva que esta. Así lo revela un estudio del escritor senior de ESPN, Jayson Stark, quien luego de comparar parejas y números llegó a la conclusión de que la última combinación de tanto poder fue la de Larry Walker y Todd Helton una década atrás…y eso jugando a la altura de Colorado.

¿Y qué pasa si el rencuentro no es el soñado, los analistas finalmente tienen razón y la esquina caliente termina quemando a Cabrera? Podrían él y Fielder, como en el ajedrez, hacer enroque entre la primera base y el puesto de designado. ¿$367 millones por dos jugadores que se roten así? ¡Si batean como se espera, hasta $500 si hace falta!

La mala hora de Víctor Martínez



En la 2100 Woodward Avenue de Detroit hay caras largas, muy largas. Víctor Martínez, una de sus más rendidoras adquisiciones de la temporada pasada, el que protegía a Miguel Cabrera en el line-up, el que bateó para .330 y remolcó a 103 de sus compañeros, parece que se perderá la temporada entera.

De la Watson Clinic, en el Condado de Pork, Lakeland, donde los felinos tienen su cuartel primaveral, fue de donde salió la resonancia magnética con la mala nueva. Su sentencia es clara: ruptura del ligamento anterior cruzado de la rodilla izquierda, aquello que hizo a Michael Owen retirarse de Alemania 2006, de lo que en 2004 operaron a Carlos Guillén o lo que marcó el principio del fin de Michel en el Real Madrid por allá en los medianos noventa.

Ante tan sombrío panorama, los de Detroit, más resignados que esperanzados, apelan a una última carta: el doctor Richard Stedman. Por las manos de este Cirujano Ortopedista especialista en rodilla han pasado Kobe Bryan, Rudd van Nistelrooy, Alessandro Del Piero y Ronaldo, y será él quien tenga la última palabra médica sobre Martínez.

Ha sido un duro golpe y no se siente nada bien”, dijo Dave Dombrowski, Presidente y Gerente General de los felinos. “Pero lo superaremos. No vamos a sustituir a Víctor Martínez por otro Víctor Martínez. Él es simplemente un fuera de serie, pero tendremos a un buen pelotero ahí”, dijo.

Y es que no es poca cosa lo que pierden los Tigres. Martínez, que con hombres en posición anotadora ligaba para .394, era el bateador designado del equipo y en la temporada pasada conectó 178 hits y 40 dobles, amén de poder batear a la zurda en una alineación de muchos derechos y guardarle las espaldas a Miguel Cabrera, quien aumentó en 27 puntos su promedio ofensivo desde que lo tuvo detrás en el orden.

Su probable pérdida supone todo un reto para el mánager Jim Leyland: "Esbocé varias alineaciones desde que esto ocurrió, pero hay un espacio en blanco…porque alguien tiene que ser el designado”. ¿Quién? Es la pregunta que todos se hacen.

Varios nombres proponen los analistas. Desde Alfonso Soriano hasta Manny Ramírez, pasando por algunos de la casa como Delmon Young, Brennan Boesh, Johny Peralta, Álex Ávila u otros que aunque ya no pertenecen a la manada del Comerica, alguna vez lo fueron como Jonny Damon o Carlos Peña.

“Quien sea el bateador detrás de Cabrera tendrá la oportunidad de tener una gran temporada. Podría terminar con buenos números sin necesariamente tener un gran año. Habrá algunos remolques de baratillo y puede levantar números decentes”, dijo Leyland, como el que busca vender a precio de ganga. Y mala no es la oferta. Mala fue la hora en la que Víctor Martínez, mientras entrenaba para ponerse a tono, se tuvo que despedir de la que estaba llamada a ser una muy buena temporada.

jueves, 12 de enero de 2012

La amarga espera de Omar Vizquel

Sin el chivo y sin el mecate. La expresión popular sirve para describir la situación de Omar Vizquel, quien, en procura de una mejor oferta, prefirió dejar pasar la que le hizo un equipo de Grandes Ligas, y ahora, transcurridas unas semanas, no llegó la una ni tiene la otra. “Yo me equivoqué”, le confesó al periodista César Augusto Márquez de Líder. “El equipo que me había hecho el ofrecimiento pactó con otros peloteros y eso dificulta ahora la situación” explicó el caraqueño, que prefirió mantener en reserva el nombre de esa organización con la que todavía, aunque sin ninguna posibilidad concreta, negocia.

.272 de promedio al bate, 2.841 imparables, 401 bases estafadas, 1.432 carreras anotadas. 11 Guantes de Oro, tres apariciones en el Juego de las Estrellas, dos idas a la Serie Mundial. Eso es parte de los números y méritos que Vizquel ha acumulado a lo largo de su carrera. Números extraordinarios que puede que seduzcan a los periodistas de la Asociación de Cronistas del Béisbol de Norteamérica cuando de votar su ingreso al Salón de la Fama se trate, pero que poco atraen actualmente a los gerentes de los equipos, toda vez que Omar ya tiene 44 años y en abril cumple 45.

En 2007, cinco años y cuatro campañas atrás, fue la última vez que el torpedero jugó como pelotero regular. Desde entonces ha paseado por equipos y posiciones hasta convertirse en una especie de utility de apariciones cada vez más esporádicas. La campaña pasada vistió el uniforme de los Cachorros de Chicago, vio acción en 108 partidos –fue alineado en 58 de ellos- en los que tomó 167 turnos al bate y dejó un promedio de .251, con 8 remolcadas. Su contrato era por un año y no fue renovado.

De los patiblancos se despidió con un sabor agridulce, casi amargo: “En la parte final de la temporada me pusieron en la Unidad de Cuidados Intensivos. Cuando me alineaban salía y conectaba dos y hasta tres hits y al otro día volvía a la banca. Eso en verdad no lo entendí”, le dijo en octubre pasado a Edgar Leal de La Verdad.

Desde finales de la campaña pasada, la 23 de su carrera, Vizquel fue enfático al afirmar que quería jugar otra más. Y no por mero deseo o capricho, sino porque aún le quedaba gasolina, aún estaba en condiciones. “Me siento en plenas facultades para jugar un año más”, decía.

Durante estos meses, la rumorología ha hecho de las suyas en los mentideros del norte. Filis de Filadelfia, Azulejos de Toronto, Reales de Kansas City y hasta Mets de Nueva York han sido señalados –y luego, en algunos casos, desmentidos- como posibles destinos para el caraqueño.

Queda poco más de un mes para el inicio de los campos de entrenamiento. El tiempo pasa y el ansiado contrato no llega. Pero ya hay un plan B. Él mismo lo relevó en twitter: “Si no hay contrato no habrá otra opción sino empezar una nueva carrera. La de coach”. Probablemente con los Indios de Cleeveland, que, como le dijo a Leal, “están esperando que deje de jugar para convertirme en técnico”.

Esperar es la palabra clave. Espera él, esperan los Indios, esperan los fanáticos, esperan todos. ¿Será que a Vizquelito, a Manos de Seda, el de los 11 Guantes de oro y los dobleplays imposibles, no se le verá retirarse uniformado en el terreno de juego? ¿Será que el del 20 de septiembre de 2011, última vez que jugó con los Medias Blancas -conectó sencillo y doble-, fue en realidad su último juego como pelotero activo? ¿Será que ya le llegó el retiro y nadie, ni él mismo, se dio cuenta? ¿O fue que lo retiraron? A esperar se ha dicho.