Ahora resulta que la señora Cilia Flores no salió contenta de la reunión con el Cardenal Urosa. Que detrás de toda esa docilidad y todo ese sosiego lo que había era una gran inconformidad reprimida. Que la insistencia en destacar los puntos de encuentro entre ellos y Urosa –“eso es lo importante”, decía- no era sino el “puro teatro” que inmortalizó la Lupe.
Así que ayer explotó y sacó “to´lo que llevaba dentro”, que dirían las folklóricas españolas. Se quitó el incómodo disfraz de mujer civilizada, dejó a un lado el falso acento dialogante y se despojó de las pestañas postizas de la conciliación. Volvió, pues, a ser la Cilia de toda la vida: la sicaria del idioma –“le vamos a dar respuesta a uno por uno los puntos”-, la fiel discípula de Perogruyo –“el Cardenal trajo un comunicado pre-elaborado”-, la imitadora chimba de Cantinflas –“ratificó que había dicho lo que dijo”-, la de esclarecidas ideas –“él ha opinado…que ha dicho…que…ehhh…este gobierno”-; en fin, la de siempre.
No era de extrañar. Si algo se puede decir de Cilia es que ella toda es un inmenso océano de contradicciones. Se dice cristiana como la que más, pero peregrina a la India para visitar a Sai Baba. Le dice al Cardenal que el pueblo “quiere escuchar sus argumentos” y prohíbe la transmisión televisada de su intervención. Grita “Patria, Socialismo o Muerte”, pero usa bufandas Luis Vuitton. Sale mansita de la reunión con Urosa y a los dos días se la dedica completica.
Eso, precisamente, fue lo que hizo ayer: dedicársela de cabo a rabo al Cardenal porque cometió el pecado de fijar, cito textualmente: “una posición política…posición política de oposición…de oposición al gobierno”.
Pobre Cilia, aparte de hablar como niña de tres años parece que o no leyó el documento de Urosa o si lo leyó no lo entendió ni un poquito, y eso que estaba fácil. Allí precisamente se extraía una cita del Concilio Vaticano II:
"Es de justicia que la Iglesia pueda (...) dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden POLÍTICO cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas"
Que en criollo significa: puede la iglesia dar su opinión en materia política al requerirlo las circunstancias. Sin embargo, Cilia, la empecinada y terca Cilia, siguió en lo suyo: no se pueden meter en política, y para demostrarlo citó el artículo 6 del Concordato Venezueia-Vaticano de 1964:
“Antes de proceder al nombramiento de un Arzobispo u Obispo diocesano, o de un Prelado Nullius (…) la Santa Sede participará el nombre del candidato al Presidente de la República, a fin de que éste manifieste si tiene objeciones de carácter político general que oponer al nombramiento...”
De cuya lectura extrajo la siguiente y brillante conclusión:
“Aquí ya se establece que las objeciones son de carácter político…o sea…esto te induce y te infiere que no pueden ellos incursionar ni asumir posiciones políticas”
Lo que demuestra que ella es arbitraria hasta razonando. Porque está de cajón que solo se pueden tener objeciones del tipo político ante un elemento político. Si existiera la prohibición que se inventó la señora Flores y los sacerdotes fueran “apolíticos”, entonces sería imposible tener “objeciones de carácter político”, ergo, el artículo no existiría.
Pero no le pidamos peras al horno, que diría Don Manuel Rosales, colega de ella en la innoble tarea de acabar con la sintaxis y la gramática castellana. No hubo forma de que ella o alguno de los diputados entendiera, de allí que al final de la tarde, después de una extenuante jornada laboral -¡cómo trabajan estos legisladores nuestros!- emitieran un comunicado que se mueve entre el analfabetismo funcional y la ignorancia rampante.
En él, entre otras cosas, se pide:
"Solicitar la evaluación y la aplicación de mecanismos diplomáticos necesarios para revisar la designación del Cardenal Jorge Urosa Savino como Arzobispo de Caracas"
Que en lenguaje Flores quiere decir: tratar de revocarle la dignidad cardenalicia a Urosa, y en lenguaje Vaticano no es sino una reverenda tontería amén de un imposible, porque no hay sobre el Papa -que es quien nombra a los Cardenales, a ver, Cilia, si te enteras- poder terrenal alguno que lo obligue a revertir un nombramiento. Y si no que le pregunten a sus amigos del gobierno comunista de China por Mons. Joseph Cardenal Zen Ze-kiun, que ya les echaran un cuentito.
El otro acuerdo al que llegaron los legisladores fue:
"Rechazar la agresión política por parte del Cardenal Jorge Urosa Savino y la Jerarquía Eclesiástica, en contra del Comandante Hugo Chávez, Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela y de las instituciones del Estado Venezolano y del pueblo bolivariano."
Agresión política que consiste, simple y llanamente, en rechazar el socialismo marxista del comandante, cosa que si los diputados no estuvieran tan faltos de lecturas entenderían perfectamente. Bien lo dijo el Papa León XIII:
“Si acaso el socialismo, como todos los errores, tiene una parte de verdad (lo cual nunca han negado los Sumos Pontífices), el concepto de la sociedad que le es característico y sobre el cual descansa, es inconciliable con el verdadero cristianismo. Socialismo religioso, socialismo cristiano, son términos contradictorios; nadie puede al mismo tiempo ser buen católico y socialista verdadero".
Si las mismas energías que gasta para mandar a la gente a que "vaya a rezá, vaya a rezá" las usara para instruirse un poco, la déspota sin ilustración de la AN no haría semejante papelón. Pero claro, ella no está donde está y no ha llegado a donde ha llegado para instruirse sino para servir, cosa en la que destaca, aunque para ello tenga que decir un día y desdecirse al siguiente según le convenga al amo.