Marx solo tuvo razón una vez en su vida y fue cuando dijo que la historia sucedía primero como tragedia y luego como farsa (no es literal la cita, pero va por allí) y para muestra el botón de la Plaza Altamira.
Luego de todo lo que pasó allí hace más de 10 años, se ha convertido nuevamente en un punto neurálgico, ya no de tragedia sino de farsa. Lo que sucede es siempre lo mismo: se terminan las manifestaciones, un grupo se queda, baja a trancar la autopista, queman algunas cosas, llega la GN -o está ahí esperando-, se genera tensión, un chispazo lo prende todo, y comienza el Apocalipsis: bombas, piedras, la ballena, corredera, perdigones, gritos, represión brutal y caos. Y eso se repite una y otra vez, cíclico, como en un deporte de alto riesgo.
Los resultados, hasta el momento, no pasan de varios vecinos de Chacao asfixiados, muchos estudiantes heridos -la GN aprovecha para reprimir con saña, allanar edificios, apresar y secuestrar vecinos-, una suciedad enorme en las calles y unos cuantos destrozos en el municipio producto de actos vandálicos. ¿Positivo hasta ahora? Nada.
He estado allí, he hablado con muchos de ellos, y he terminado francamente desconcertado. Creen -me lo han asegurado- que trancando la autopista va a caer el gobierno y que esas cuatro esquinas cerradas van a hacer a Maduro renunciar. Juran que si todavía no han logrado el cometido es por la gente cobarde -usan mucho la palabra cobarde- que no ha trancado la autopista con ellos, y piensan que en verdad Caracas toda se paraliza cada tarde cuando bajan.
Las propuestas -que alguna tienen- son aún más desconcertantes. Un paro general indefinido -'que nadie salga de sus casas ni vaya a trabajar a ver qué va a hacer el gobierno'- o sentarse en la autopista tres meses sin que nadie se mueva -'así hicieron en Ucrania'-...las demás, por respeto a la inocencia, no las publico, pero todas suceden en Altamira o Chacao y cierran con la frase: 'hasta que caiga / hasta que se vaya'.
Admiro de verdad su valentía, su voluntad férrea y las ganas que tienen de salir de esto. No dejo de aplaudir su coraje y que se la jueguen por lo que creen. Me enternece, incluso, su candidez. Pero me asusta -y mucho- su falta de criterio, lo propensos que son a la ira y lo desmedida de esta. Lamento profundamente que tengan tan mala cabeza y estén tan ayunos de ideas y propuestas. Me apena que no hayan aprendido nada de la historia reciente. Y no dejo de dolerme porque es verdad que de buenas intenciones está lleno el camino del infierno...y para allá -lo escribo desconsolado- nos lleva la farsa de Altamira.